Apoyo de la Ciencia en el proceso de Conservación
Desde el ángulo científico, de la restauración y conservación, el análisis de pigmentos y colorantes en textiles arqueológicos, resulta ser una tarea compleja y desafiante. Pocos, son los laboratorios que nivel nacional están capacitados para abordar este tipo de exámenes. Uno de ellos, es la Unidad de Ciencias de la Conservación (UCC) del Centro Nacional de Conservación y Restauración, en sus 17 años de funcionamiento se ha especializado en la aplicación de técnicas científicas para el conocimiento de las materialidades presentes en objetos patrimoniales.
Como parte de la labor de divulgación y con el fin de compartir nuevos antecedentes en el desarrollo de sus líneas investigativas, Tomás Aguayo, participó de la versión número 42 de l International Symposium on Archaeometry (ISA 2018), realizado en México. Doctor en química, que integra el equipo de la UCC desde 2009, expuso sobre la valiosa información que es posible generar al integrar estudios científicos en el contexto de una intervención, a través de la presentación de dos casos. El primero, fue el del último estandarte presidencial pintado a mano, que se encuentra en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y el segundo, fue el de una pieza textil, perteneciente al Museo Chileno de Arte Precolombino.
Ambos casos fueron presentados durante este congreso, que tiene como objetivo promover el uso y desarrollo de técnicas científicas, durante los procesos de investigación del patrimonio cultural.
El aporte que se hizo desde la ciencia hacia el trabajo de los conservadores fue- en el caso del cinturón de la cultura de Arica-, la nueva información que se obtuvo a través de mediciones Raman y SERS, utilizadas dentro de la disciplina de la arqueometría.
“En la mayoría de la literatura sólo se informa del colorante dentro del análisis, pero aquí, además de extraer el colorante, se extrajo el pigmento que se forma dentro de la fibra. Eso es nuevo y permite proponer modelos diferentes, a los que hasta ahora se conocen, para interpretar la tinción de textiles”, explicó Tomás Aguayo.
Agregó que, con la identificación de un colorante se puede llegar a establecer, por ejemplo la interacción cultural que hubo en un determinado territorio y momento de la historia “en esta zona hubo influencia de la cultura Inca porque este colorante lo manejaban ellos y coincide. La Cochinilla fue un insecto muy utilizado por los Incas como colorante. De él se hacia el baño de teñido de color rojo. El proceso era que los secaban, los molían y luego hacían el baño de la fibra”.
En tanto, en el caso del Estandarte Presidencial- cuyos análisis se centraron en entender el proceso de confección a través de los materiales empleados- se utilizaron los resultados obtenidos para guiar, y fundamentar, parte del trabajo de restauración, conservación y posterior exhibición.
Gracias a las observaciones a través del microscopio se logró establecer, por ejemplo, que se trataba de lana de oveja.
“Era esencial determinar el origen de la fibra (textil) para definir el soporte que se usaría en el proceso de restauración. Este estandarte estaba bastante dañado. Tenía rasgados de consideración; sobre todo en el paño rojo. Por lo tanto, para evitar mayor deterioro y asegurar que en la practica ambas telas (la original junto a la del soporte) confluyan de mejor manera, era muy importante que se utilizara una que fuese acorde a la original”, detalló Verónica Sánchez, conservadora del Museo de la Memoria.
Esto, desde la perspectiva científica también ayudó a delimitar el criterio de búsqueda en la identificación de los colorantes “debido a la amplia variedad de moléculas utilizadas en la industria textil, y por la escasa información especializada disponible, fue una difícil tarea la identificación exacta de los colorantes”, comentó Aguayo.
Estos resultados avalaron, por una parte la tesis de que el estandarte corresponde a una fecha anterior a 1967 y por otra, sustentó la decisión de no hacer un trabajo de intervención en el escudo.
“Para nosotros como conservadores es fundamental el apoyo científico. Si bien, uno manifiesta que el objetivo es mantener la pieza como un vestigio, el tener datos científico apoyados por un análisis de fibra y de pigmentos con equipamiento e instrumental especializado- nos da un sustento a las decisiones que tomamos y que quedan plasmadas en el informe. Entonces, si vienen otros profesionales, otras personas que quisieran investigar la pieza, van a conocer exactamente sus materiales y los motivos de por qué se tomaron las decisiones, con un buen fundamento científico. Eso es respetar el trabajo de la misma pieza, dándole un soporte histórico y científica”, argumentó Sanchez.