Conversatorio acerca de murales originados tras terremotos de Chillán y Valdivia, revelan resiliencia de la comunidad
Una didáctica revisión por la memoria histórica chilena que permite evidenciar, a partir de visualidades, acerca de la capacidad de la comunidad para sobreponerse colectivamente a la adversidad y daños causados por las fuerzas telúricas de la naturaleza; se desplegó en el conversatorio de “Encuentros frente al mural”, el que en su segunda sesión abordó la temática de “Murales y catástrofes: una respuesta artística, solidaria y resiliente”. El relevante ciclo organizado por la Unidad de Patrimonio de Artes Visuales (UPAV), del Centro Nacional de Conservación y Restauración (CNCR), tuvo un recorrido abreviado por las pinturas que se originaron a partir de los terremotos de Chillán (1939) y Valdivia (1960), para centrarse luego, principalmente, en la apreciación del contenido y contexto en el que se creó el mural Los rostros sencillos del pueblo, de los artistas Pedro Lobos y Elsa Urzúa, plasmado en una pared del hospital de campaña “John Kennedy” que se levantó en la ciudad del Calle Calle, y que fue donado por el gobierno de EE. UU. en apoyo de la reconstrucción.
El ciclo que integra las actividades del aniversario 39 del Centro Nacional de Conservación y Restauración, se transmitió en modalidad de acceso abierto en vivo vía el canal de YouTube del Servicio Nacional del Patrimonio (Serpat), teniendo a los expositores: Iván Flores, licenciado en Filosofía (Universidad de Chile), magíster en Estudios Contemporáneos en Filosofía (Universidad de Valladolid/Universidad de Salamanca), Doctor en Filosofía (Universidad Autónoma de Barcelona), y director del Instituto de Artes Visuales (Universidad Austral de Chile); y Rodrigo Moreno, sociólogo (Universidad Central de Chile), diplomado en Gestión para la Reducción del Riesgo de Desastres (Universidad de Chile), diploma en Acción Humanitaria (Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria), y jefe nacional de Gestión del Riesgo de Desastre y Emergencia (TECHO Chile). Moderó, Juan Manuel Martínez, historiador del Arte, candidato a Doctor (Universidad Adolfo Ibáñez), y profesional asociado a la UPAV.
Visualidades que representan la fuerza colectiva de la memoria y la sanación
La introducción de “Murales y catástrofes: una respuesta artística, solidaria y resiliente”, estuvo a cargo de la jefa (i), de la Unidad de Patrimonio de las Artes Visuales, Ángela Benavente, quien hizo alusión, al comenzar, sobre el deseo estético de volver a observar presencialmente un mural, en el entendido de que la situación de pandemia no lo permite. Seguido, la conservadora entregó conceptos marco que comentaron del valor del mural como arte público que aporta a la memoria, contribuyendo a sobreponerse a las comunidades que están en torno a ellos, tras haber sufrido una afectación como los terremotos de Chillán y Valdivia, “en contexto de catástrofe”, apuntó. También, repasó en imágenes los murales que, con el paso del tiempo, cobraron una importancia sustantiva en función de sus extensiones con el público, abriendo espacios de reflexión, conciencia y sanación.
Al respecto, ejemplificó con los autores de pinturas existentes hasta la actualidad, entre otros, como en el edificio del Gobierno Regional del Biobío (Gregorio de la Fuente), en lo que fue la antigua estación de trenes de Concepción); escuela México de Chillán (David A. Siqueiros, y Javier Guerrero); catedral de Chillán (Alejandro Rubio Dalmati); Casa del Arte, en la Universidad de Concepción (Jorge González Camarena), escuela México Estado de Guerrero (María Martner), en Talcahuano; liceo de Coronel “Antonio Salamanca Morales” (Roser Bru); liceo Industrial de Tomé (José Venturelli); escuelas México y Cuba de Lota (Julio Escámez), y colegio Instituto de Humanidades de Concepción (José Vergara).
El caso del mural de Valdivia
En relación con el mural de Valdivia, Los rostros sencillos del pueblo, de Pedro Lobos y Elsa Urzúa, pintado en el recinto hospitalario de campaña “John Kennedy”; los especialistas, Iván Flores y Rodrigo Moreno convergieron en señalar que el arte puede construir una resiliencia colectiva ante la catástrofe, desprendiéndose de sus intervenciones, que es un medio vivo para generar estados de conciencia en común.
“Enriquece abordar el riesgo de desastres desde distintos puntos de vista. Según sus características, los impactos son desiguales. La resiliencia trae beneficios, aporta a la reducción de pérdida de desarrollo en países y aumenta la preparación de eventos futuros”, expresó Moreno, agregando que el 27F marcó una inflexión en las comunidades, a partir de un enfoque sistémico para afrontarlo: “ese es el aporte, fue una oportunidad”.
Luego, describió que no sólo conmemora el terremoto y maremoto del 60 en Valdivia, sino que cumple, además, una función educativa al mostrar cómo se generan estos eventos naturales trágicos de la Tierra, donde las comunidades están insertas.
Por su parte, Flores, analizando el mural Los rostros sencillos del pueblo, reflexionó que lleva señas gráficas del arte popular, y que es una obra de potente comunicación visual, dado el mensaje que lleva fijada, la técnica aplicada y el imaginario transmitido. Acerca de su actual estado de conservación, lamentó que se encuentre en una pieza ubicada en el Parque Saval, “expuesto al deterioro por las razones climáticas de Valdivia”. Aseveró, finalmente, que no está cuidado y se encuentra invisibilizado a la ciudadanía.